Clásicos en copa

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Las cocinas del Hotel Cortijo de Ducha se trasladaron a Viña Bristol, lugar idílico en el que Grupo Estévez no solo posee viñas, también una villa clásica jerezana – digna de ver y perfecta como anfitriona.

Bristol - 1Durante nuestra visita a Jerez, para conocer Ron Abuelo, tuvimos el gusto de almorzar en una de las viñas del Grupo Estévez. La cocina catering pertenecía al Hotel Cortijo de Ducha, que sorprendió con platos típicos con una vuelta de tuerca y servidos en copa de Martini.

Los comensales iban y venían de la zona de barra a las mesas, animando así la hora de la comida. Cada copa fue maridada con otra copa, con cada plato tomamos un vino perteneciente a las bodegas de Grupo Estévez.

Salmorejo de Melocotón con Grosellas
Salmorejo de Melocotón con Grosellas

La primera copa era un salmorejo de melocotón con crujiente de pan de pueblo y jamón ibérico, adornado con grosellas. Correcto de ajo y vinagre, color anaranjado apetecible e innovador gracias al punto ácido de las grosellas.

De naranja a naranja, con una mini ensalada de aguacates, langostinos y tomate concassé. Muy sabroso, de colores vivos y llamativos, de presentación 10 y de sabor 20. Casi todos los comensales repitieron. Ambas copas fueron maridadas con manzanilla «La Guita», con el salmorejo no me convenció- el toque ácido ya lo daba la grosella-, pero con la ensalada iba perfecto.

Mini ensalada de Aguacates, Langostinos y Tomate concassé
Mini ensalada de Aguacates, Langostinos y Tomate concassé

El jamón ibérico, cual bandera ondeante, nos llamó desde las mesas: el salteado de jamón con alcachofas era un plato sobrio y clásico. El punto innovador fue la cocción del ibérico, un crujiente bocado que combinaba con la  suave textura de la alcachofa. El triunfador de este bocado fue el fino «Tío Mateo», que maridaba elegante y sencillo con el jamón y la alcachofa.

La única copa que no fue de mi total agrado fue el mini lomo de bacalao en textura de alioli de pera y mini pisto manchego. La textura del envoltorio del bacalao no me conquistó y el alioli de pera no casaba al cien por cien con el pisto. Eso sí, cada cosa por separado estaba de 8 al menos.

Momento dulce
Momento dulce

Melosa carrillada de ibérico sobre puré de calabaza a la canela rezaba en la carta, y no engañó. Melosísima  y dulzona carrillada, con el punto perfecto de la carne – que se deshacía en la boca-  y un puré suave, que se acaramelaba en el paladar. Maridado con un oloroso «Almirante», dependiendo del bocado combinaba estupendo o sabía excesivamente dulzón.

Y por fin llegó el postre. Copa de mousse de tres chocolates y brownies. Textua cremoso pero aireada, con la sorpresa del bocado de brownie y con sabores intensos. El Pedro Ximénez «El Candado» remataba una faena perfecta en boca y ofrecía un dulzor caramelizado que junto al dulce avainillado del chocolate blanco hacían cantar a las papilas gustativas.

Un almuerzo redondo, que empezó y acabó con cohesión, todo en copa, todo maridado con vinos de la tierra. Aderezado con risas e interesantes comensales.

Ver:  El Abuelo de caramelo – Un viaje por Ron Abuelo.

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