Andalucía tiene una tradición milenaria en el cultivo de la vid y en la elaboración de vinos que han gozado de gran prestigio y fama en todo el mundo.
Los vinos andaluces pertenecen a una estirpe de vinos antiguos como los oportos, los madeiras o los marsalas, nacidos en los siglos XVI y XVII con el auge del comercio marítimo.
Tradicionalmente, los vinos más característicos han sido los generosos y los dulces, elaborados mediante procesos de criaderas y soleras. Son generosos en alcohol pero también delicados en su elaboración.
Su enorme diversidad, dentro de un estilo propio, es una de las características actuales en su producción: finos y manzanillas, amontillados, olorosos, palo cortado, dulces y moscateles, etc.
Ya en el tema más dulce, las uvas más significativas son Moscatel y Pedro Ximénez. La Moscatel es la uva más aromática dentro de las variedades blancas con recuerdos de cítricos, frutas tropicales, flores blancas, jengibre y piel de naranja. Muy plantada en la cuenca del Mediterráneo, destacando nuestra provincia, Valencia, sur de Francia y los espumosos de Asti en el Piemonte italiano.
Sin duda, la variedad Pedro Ximénez que data su origen en las Islas Canarias. Además de ser ideal para someterla a envejecimiento consiguiendo algunos de los vinos de mayor calidad del mundo.
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